La década de los ochenta resulta sorprendente por muchas cuestiones. Un ejemplo patente de lo que hablo es el grupo que traigo hoy. En un momento en el que la situación musical en el País vasco se encontraba bajo el punk, amén de muy politizada, es francamente singular que apareciera un grupo tan antitético como Duncan Dhu. Un trío tocando en acústico y bajo los esquemas del rockabilly; guitarra, contrabajo y caja. Muy básico todo. Y muy limpio. Y así suenan, sencillos, sin casi ningún aderezo.
Todo eso es lo que muestran en su primer disco de solo seis temas "Por Tierras Escocesas", con una canción que destaca por encima de todas y que les hace coger impulso ante el público: Casablanca. Ahora bien, si nos atenemos al estilo musical, poco tiene que ver con el nombre del grupo, el título del disco o la foto de portada, porque el único aspecto relativo a estas cuestiones que serían las gaitas no asoman hasta la tercera canción, precisamente la que da nombre al disco, y no vuelve aparecer nada similar. Pero bueno. Otra canción francamente interesante pero que pasa un poco inadvertida es Fin de Amor, un recuerdo total y absoluto a los clásicos rockeros de los cincuenta. En cualquier caso es un buen inicio para el grupo, con un esquema interesante, pero al que parece faltarle un hervor.
Cosa distinta es su segundo disco: "Canciones". Más completo, mejor acabado y con el que consiguieron romper en la escena musical poniendo su nombre muy alto. Continúan con su estilo propio basado en el rockabilly pero ya tienen hay algo distinto. Parece que han dado con la tecla para asaltar las listas de ventas. Siguen los textos de corte literario, algún que otro éxito prestado de los setenta, reminiscencias del cine con influjo de los Pekenikes y unos cuantos éxitos bien conocidos por todos como Cien Gaviotas, No Puedo Evitar (Pensar En Ti), Esos Ojos Negros... Un muy buen disco. Y su consagración como grupo. Después vendrían otros logros pero eso ya es otra historia.