No es la primera vez, ni será la última, en que nos encontremos con que una canción consigue un gran éxito sin que haya una banda real detrás. Esto es lo que pasó en 1966 cuando el tema Winchester Cathedral llegó al número uno en EEUU y al dos en Reino Unido. También en España alcanzó el primer puesto en las listas.
La canción fue compuesta por Geoff Stephens ayudado por músicos de sesión y fue lanzada bajo el nombre de The New Vaudeville Band. El problema vino cuando se le pidió al autor que girase para presentar su éxito, por lo que se vio obligado a montar una banda en la que ninguno de los miembros tenía nada que ver con la grabación original pero que, aún así, defendieron con éxito.
La portada Beatle al estilo Carnaby Street |
La gracia de la canción, del estilo musical y de su imagen radicaba en retomar la música de los años veinte y del vodevil. Además, todas esas gracias encajaban bastante bien con el swinging London, la moda de Carnaby Street, etc. Y así duraron un tiempo llegando a sacar un par de discos con algunos temas que conseguirían entrar decentemente en las listas. Pero la gracia se terminó pronto, quizás porque el estilo se quemó antes de lo esperado o porque no daba para más, así que el grupo se disolvió sin conseguir repetir la hazaña de Winchester Cathedral.
Pero Geoff Stephens no fue el único con gusto por la música de los locos años veinte. A Paul McCartney también le tiraban mucho los sonidos del music hall. No en vano toda esa música había sonado durante la infancia del beatle por culpa de su padre. Este había tenido su propia banda en su juventud y posteriormente solía tocar con regularidad en su casa, influyendo directamente sobre su hijo. La primera muestra de dicha influencia quedó patente en When I'm Sixty four, publicada en el Sgt.Pepper pero creada por Macca siendo jovencito. Y la segunda, que apareció en el doble disco blanco y acentuando más si cabe el estilo vodevil, es Honey Pie, que hasta en su inicio recrea el sonido sucio de un gramófono. Al final todo vuelve.
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