A finales de los ochenta y en plena efervescencia juvenil yo ya era todo un beatlemano. Me gustaban, por supuesto, otros grupos y estilos, y escuchaba mucho y variado pero lo mío eran los Beatles. Aunque curiosamente no escuchaba las carreras en solitario de los de Liverpool. Es más, podría decir que estaba hasta disgustado con ellos. Quizás una de las cosas que más me jorobaba era ver como los integrantes que quedaban del grupo hacían algunas cosas interesantes pero no terminaban de sacar nada realmente rompedor, sugerente o que, simplemente me llamase la atención. Ringo publicaba discos sin mucha trascendencia mientras lidiaba con sus problemas con el alcohol. George Harrison se había tirado media década retirado desde el asesinato de John Lennon. Y Paul McCartney andaba de acá para allá sin saber dónde plantar la era.
Y de repente se produce el cambio. George Harrison saca a finales de 1987 el interesantísimo lp Cloud Nine ayudado por Jeff Lynne, y al año siguiente se asocia con este y unos coleguillas para formar el supergrupo Traveling Wilburys, siendo un auténtico bombazo. Y Macca por su parte publica en 1989 Flowers in the dirt, y aquí es donde yo quería llegar. Este es el punto de inflexión. Porque, como decía, pasaba yo por esa época rara, en la que pensaba que de la vena Beatle ya no podía conseguir nada más, y que en el fondo se les había acabado la chispa, y viene Pablito y se saca un disco que lo planta en el número uno, y hace que vuelva a mirar con otros ojitos al de Liverpool. Pero no solo eso. A continuación se embarca en una gira de la que también saldrá un disco, bueno mejor dicho uno triple, y con bastante éxito (tanto el disco como la gira). Y también aparece el tour en vídeo con el título Get Back. Vamos, que el tío vuelve a lo grande.
Pero, y lo más importante, volvemos a ver a un McCartney reconciliado con su pasado. Que no ve su etapa Beatle como una losa sino como parte de algo grande y que Él es parte de todo eso, y deja que ese poso beatleliano caiga sobre su obra. Y así es como Paul McCartney vuelve a la vida. Amén.
Parece que parte de la culpa culpita del éxito se produce al dejarse ayudar por algunos amigos como Trevor Horn (The Buggles), David Gilmour (Pink Floyd) y sobre todo Elvis Costello, ya que con él firma varias canciones del disco, empezando por la que sirvió de presentación del mismo: My Brave Face, y que se puede casi entender como una declaración de principios e intenciones.
Pero no solo es esta, también están This One, Put It There (bellísima), Figure of Eight, You Want Her Too de nuevo con Costello, un baladón mccartniano Distractions y Motor of love preciosa pero un poquito pasada de minutaje.
Es verdad que no es lo mejor que ha hecho Paul McCartney en solitario pero hay calidad y, tras todo lo último que había publicado, creo que por fin se produce el cambio de registro que necesitaba Macca. Y encima el público sabe sacar partido al punto de inflexión del compositor, así que amén de nuevo.
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